El profeta Isaías no se anduvo con rodeos en Isaías 5:20: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”
Esta no es una simple metáfora. Isaías observó en su tiempo cómo la sociedad de Judá estaba perdiendo el rumbo moral. Las acciones incorrectas se justificaban, y lo que era justo era criticado. Era una confusión de valores que tenía consecuencias muy tangibles.
La historia de Judá nos muestra que esta desorientación moral tuvo un costo real, llevando a conflictos y, finalmente, al exilio. No fue un drama repentino, sino el resultado gradual de decisiones y actitudes equivocadas.

La Palabra de Dios: Nuestra Guía para Distinguir el Bien del Mal
En medio de confusión de valores, la Biblia se presenta como una guía infalible para discernir entre el bien y el mal. No es solo un libro de historia, sino una luz que nos ayuda a navegar la complejidad moral de nuestro tiempo, pues es : La Palabra de Dios.
- Salmo 119:105 nos dice: “Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino.” La Palabra de Dios ilumina nuestro andar, mostrándonos dónde pisar y qué dirección tomar para evitar tropezar moralmente.
- 2 Timoteo 3:16-17 afirma: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” Esto significa que la Biblia no solo nos revela lo que es bueno y malo, sino que también nos equipa para vivir de acuerdo con esos principios, corrigiendo nuestras desviaciones.
- Hebreos 4:12 destaca su poder: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” La Palabra tiene la capacidad de ir más allá de las apariencias, revelando la verdadera naturaleza de nuestras acciones y motivaciones.
Hoy, la lección sigue siendo relevante. Necesitamos una perspectiva clara para distinguir el bien del mal, la verdad de la mentira. No se trata de un concepto abstracto, sino de la base para construir una sociedad funcional y justa. Cuando se pierden estos límites, la confianza se erosiona y la convivencia se dificulta.
Reconocer esta realidad no es dramatizar, es simplemente entender cómo las elecciones cotidianas, grandes y pequeñas, construyen o desmantelan el tejido social.