Dejar la puerta abierta

Una reflexión sobre la necesidad de actuar con mansedumbre cuando sufrimos alguna injusticia.

¿Alguna vez has pensado lo que hacemos cuando algo no está bien, cuando nos quitan la razón, cuando nos echan de un trabajo o cuando sufrimos alguna injusticia? Es cierto que debemos luchar para que las cosas sean justas, pero ¿cómo reaccionamos nosotros?

Jesús dijo que los mansos son felices, es decir, aquella persona que aún defendiendo sus derechos, siempre deja una puerta abierta.

No importa lo que nos hayan hecho o lo que otras personas puedan decir. No queremos tener siempre la última palabra, en el sentido de defender nuestros derechos hasta enfadarnos con todo y con todos. Sencillamente, dejamos una puerta abierta al futuro y seguimos derrochando gracia. Eso es algo que transforma la vida por completo y construye un futuro diferente.

Por eso, no debemos preocuparnos por lo que otros hagan o digan. Al final, quien siempre tiene la última palabra es nuestro Padre celestial.

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