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TESTIMONIO, NO SUPERIORIDAD

¡Recuerda que una vez tú fuiste esclavo en la tierra de Egipto y que el Señor tu Dios te liberó! Por esa razón, te doy este mandato. Deuteronomio 15:15 (NTV)

La belleza de Deuteronomio puede perderse en su intensidad. En medio de las leyes detalladas que Dios les da a Su pueblo recién liberado, Dios les enseña cómo vivir los unos con los otros. Estas leyes diferían radicalmente de las de las naciones circundantes, enraizadas en el amor, no en el control. Las instrucciones de Dios le mostraban a Su pueblo cómo tratar a todos con dignidad. Después de una larga instrucción sobre cómo tratar al extranjero, al esclavo y al vecino con hospitalidad, cuidado y protección, Dios dice que está dando estos mandamientos porque ellos una vez fueron esclavos que habían sido redimidos.

El estándar para nuestras vidas fluye de una respuesta al amor, la gracia, la provisión y la liberación que hemos recibido de Dios. Defendemos al indefenso porque primero fuimos defendidos. Damos porque primero fuimos receptores. Perdonamos porque primero fuimos perdonados. Amamos porque Él nos amó primero.

Nuestra actitud hacia todos los que encontramos debe venir de un lugar de testimonio, no de superioridad. Ya sea que trabajemos, manejemos conflictos, demos, compartamos el evangelio, nos arrepintamos o criemos una familia, todo fluye de nuestra conciencia de la bondad de Dios. Nuestras vidas son una declaración viviente de Su fidelidad y poder para todos: creyentes y no creyentes. Esta tampoco es una postura pasiva. Del testimonio proviene una gran fuerza porque está enraizada en Dios, no en nuestras habilidades. No superamos el mal o la disfunción aislándonos o juzgando, lo superamos por la sangre del Cordero y la palabra de nuestro testimonio (Apocalipsis 12:11).

Amar a tu prójimo, poner la otra mejilla y mostrar hospitalidad y generosidad radicales no son solo principios del Nuevo Testamento. Desde el principio, Dios llamó a Su pueblo a vivir de manera radicalmente diferente al mundo, y en esa diferencia, a ser una bendición para todos: creyente, no creyente, esclavo y libre. Para todos.

Siempre se trata de Jesús. Él es el mejor maestro y el ejemplo más claro de cómo vivir. Cuando respondemos a Su amor, el Cielo se encuentra con la Tierra. Si queremos que nuestras familias, comunidades y naciones prosperen, debemos ponerlo a Él primero, no a nuestras preferencias. Jesús está en el centro de todo. A través de Él viene la vida verdadera y abundante.

APLICACIÓN: ¿Cómo puede tu experiencia con Dios moldear la forma en que tratas a los demás? Tómate un tiempo hoy para reflexionar sobre cómo Dios se ha encontrado contigo, y pídele que te muestre cómo eso puede guiar tus interacciones.

ORACIÓN: Señor, ayúdame a recordar quién era y quién soy ahora gracias a Ti. Que ese recuerdo me mueva a amar como Tú, dar como Tú y vivir como Tú.

Este devocional es parte de una serie de devociones de la iglesia :https://www.brookwoodchurch


https://rock.brookwoodchurch.org/GetFile.ashx?id=438296

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